Hace unas semanas, la caída de Facebook, Instagram y WhatsApp dejó a todo el mundo paralizado, incluyendo al mundo del Derecho de la Competencia. Durante 6 horas, surgió una pregunta crucial ¿es Facebook un monopolio o, a lo menos, un actor dominante?
Esta pregunta es clave: si lo fuera, determinadas conductas, como las adquisiciones de Instagram y WhatsApp (que habrían sido realizadas sólo para neutralizar a potenciales competidores), podrían ser sancionadas. En este contexto, algunos sectores proponen que Facebook deba ser separada en pequeñas empresas (vendiendo Instagram y WhatsApp a terceros) o deba estar sujeta a obligaciones de interoperabilidad y portabilidad de datos.
En primer lugar, existe la pregunta sobre el mercado relevante donde participan las apps de Facebook. El mercado de redes sociales pareciera ser muy amplio: durante la caída, los usuarios, aparte de Facebook, Messenger, Instagram y WhatsApp, usaron Twitter, TikTok, iMessage, entre otras. Sin embargo, pareciera que no todas las apps pueden ser puestas dentro de la misma categoría.
Las redes también pueden ser distinguidas según sus objetivos. Así, las apps de Facebook buscarían la interacción directa entre usuarios. Otras, como TikTok, buscarían más bien compartir contenidos audiovisuales a usuarios típicamente desconocidos. El caso más extremo radicaría en LinkedIn, donde las redes sociales profesionales serían totalmente opuestas a las redes sociales personales.
Consecuentemente, algunas redes serían, a lo más, sustitutos imperfectos de las apps de Facebook. Este es el enfoque de la demanda rectificada de la Federal Trade Commission de Estados Unidos contra Facebook.
En segundo lugar, existe la pregunta sobre la existencia de competencia efectiva. El fundador de Telegram dijo que el día de la caída, cerca de 70 millones de usuarios se unieron a la app. Esto podría indicar fuerte competencia: ante la caída del supuesto monopolista, los usuarios se habrían cambiado a otra red social que ofreciera mejor calidad.
Con todo, este argumento debe ser mirado con cautela: ¿estos nuevos 70 millones de usuarios abandonaron definitivamente WhatsApp o sólo lo hicieron temporalmente? Una de las grandes barreras de entrada en este mercado radica en la gran escala de usuarios necesaria para competir. En la práctica, únicamente Facebook habría podido obtenerla. En este sentido, los usuarios sólo se habrían cambiado temporalmente a estos sustitutos imperfectos, entendiendo que no existirían tantos competidores efectivos de Facebook. Esta migración no implicaría necesariamente que otras apps hayan llegado a la escala de usuarios necesaria para llegar a competir codo a codo contra Facebook.
La respuesta a la pregunta del comienzo es compleja: si el mercado no es tan grande y no existe migración efectiva, pareciera que Facebook sería a lo menos el actor dominante, justificándose mayor intervención. Si el mercado es más grande y existe movimiento efectivo entre apps, no se justificaría esta intervención.
Como puede apreciarse, el experimento natural de la caída de Facebook no sería, por sí solo, suficiente para responder esta pregunta.